Menarquia: Celebrar, Conectar y Sanar desde la Infancia

Hemos hablado de la importancia de vivir un nacimiento respetado, de honrar ese instante en el que un ser humano llega a la vida con amor, conciencia y dignidad. Pero hay otro momento en la vida de las niñas que también merece ser celebrado y acompañado con el mismo respeto y ternura: la menarquia, la primera menstruación. Un rito de paso que en muchas culturas ha sido motivo de festejo, pero que en nuestra sociedad moderna aún se vive con vergüenza, desconocimiento o, peor aún, con miedo y rechazo.

La menarquia es mucho más que un cambio fisiológico; es un portal hacia el autoconocimiento, una invitación a conectar con el cuerpo, validar las emociones y aprender sobre el autocuidado. Es el inicio de un camino cíclico que nos acompañará por décadas y que, si es entendido con amor y sabiduría, puede convertirse en una herramienta de empoderamiento y bienestar para cada mujer.

Celebrar la transición, honrar el cuerpo

Desde que somos pequeñas, se nos enseña a evitar la incomodidad, a ocultar lo que nos hace diferentes, a silenciar lo que nos hace mujeres. Muchas niñas llegan a su primera menstruación sin información clara, con mitos heredados de generaciones pasadas que las desconectan de su propia naturaleza. ¿Cómo cambiar esta realidad? Celebrando la menarquia, dándole su lugar en nuestra vida, hablándoles a nuestras hijas de la magia de su cuerpo con palabras de amor y respeto.

Un espacio de bienvenida en familia, un círculo de mujeres que sostenga y guíe, un pequeño ritual que le recuerde a la niña que lo que le ocurre no es una carga, sino una bendición. Así como preparamos a una madre para dar a luz, podemos preparar a nuestras hijas para recibir su primer sangrado con confianza y seguridad.

Autocuidado y autoconocimiento: claves para un ciclo en equilibrio

Menstruar no es solo un evento mensual, es un baile con nuestra biología que merece ser comprendido y honrado. Enseñar a las niñas a conocer sus fases, a escuchar su cuerpo y a cuidarlo es un regalo invaluable. Cada etapa del ciclo tiene sus propias necesidades: la menstruación pide descanso y recogimiento, la fase folicular es un renacer energético, la ovulación nos abre a la expresión y la fase lútea nos invita a la introspección.

Fomentar buenos hábitos desde la infancia, como una alimentación equilibrada, el movimiento consciente y el descanso adecuado, ayudará a que las niñas transiten su ciclo sin sufrimiento ni rechazo. También es clave validar sus emociones: no hay sentimientos «malos» ni «equivocados» durante la menstruación, solo mensajes del cuerpo que merecen ser escuchados.

Menstruar con libertad y dignidad

En un mundo que ha intentado invisibilizar la menstruación, que la ha convertido en un tema tabú y ha lucrado con la desinformación, es nuestra tarea devolverle su carácter sagrado y natural. Hablar con honestidad sobre la sangre menstrual, elegir con consciencia los productos de gestión menstrual, enseñar a las niñas que su cuerpo no es algo que deban ocultar ni avergonzarse, es parte de nuestra responsabilidad como madres y padres, educadores y acompañantes.

La menarquia, al igual que el nacimiento, puede ser un momento de empoderamiento. Si enseñamos a nuestras hijas a abrazar su ciclicidad desde el amor, les estaremos dando una herramienta poderosa para su vida, para su sexualidad, para su relación consigo mismas y con el mundo.

Que la sangre menstrual no sea sinónimo de silencio. Que cada niña que menstrúe por primera vez se sienta bienvenida en su propio cuerpo. Que celebremos a la mujer desde la infancia, con amor, con consciencia, con orgullo. Porque lo que no se celebra, se teme. Y lo que se teme, se rechaza.

Es hora de vestirnos de rojo con alegría y honrar lo sagrado de ser cíclicas. Es hora de sanar, juntas.

 

Maria Carmenza Cuenca A.

Madre de 4

Pediatra-Neonatóloga

 

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